EN ÉPOCA DE GUERRA VIENE BIEN LA FILOSOFÍA DEL TÉ JAPONÉS

 

 

EN ÉPOCA DE GUERRA SIEMPRE VIENE BIEN UN TÉ

Hoy elegimos este tema, por ser 14 de febrero, natalicio de OKARURA KAKUZO, pues cuando hay “vientos de guerra como en Europa, siempre es bueno aplicar lo que aprendí: la filosofía el té. Veamos…

PRIMER DATO: EL 14 DE FEBRERO DE 1862 NACE OKAKURA KAKUZŌ, FILÓSOFO, HISTORIADOR Y GRAN PROMOTOR DEL ARTE JAPONÉS, DIRECTOR DE LA ESCUELA DE BELLAS ARTES DE TOKIO Y DIRECTOR DEL MUSEO DE BELLAS ARTES DE BOSTON

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Entre sus obras destacan “Los ideales de Oriente” y “El despertar de Japón”.

Vivió en EEUU, sería visto como algo raro, pero les avisó cómo eran los orientales y los occidentales no escucharon en el principio del siglo XX

En Los ideales de Oriente, obra cuyo borrador escribió durante su estancia entre 1901 y 1902 en la India —donde durante un tiempo se alojó en la casa de la familia de Tagore en Calcuta—, expuso su concepción nacionalista japonesa teñida de panasiatismo, como lo demostraba la contundente declaración con la que iniciaba el libro:

"Asia es una. La cordillera del Himalaya divide, tan sólo para acentuar, dos grandísimas civilizaciones, la china con su comunismo de Confucio, y la india, con su individualismo de los Vedas."

Añadiendo más adelante:

"La caballerosidad árabe, la poesía persa, la ética china y el pensamiento indio hablan todos ellos de una única paz asiática, donde fue creciendo una vida en común, que engendraba en las distintas regiones flores características diferentes, pero que en ningún lugar era capaz de una línea divisoria clara y nítida."

                            

Okakuzo y sus amigos occidentales ¿lo entendieron?, ¿se entiende su filosofía hoy?

En sus dos libros siguientes, El despertar de Japón (1904) y El libro del té (1906), propugnó reforzar la identidad japonesa y recordó los prejuicios de Occidente respecto de Oriente, "¿Cuándo comprenderá, o intentará comprender, Occidente a Oriente?", se preguntaba.

En El libro del té escribió:1

"A los asiáticos a menudo nos sobrecoge la curiosa red de hechos y fantasía que se ha tejido respecto a nosotros. Se nos retrata como un pueblo que se alimenta del perfume del loro, cuando no de ratones y cucarachas. Eso se debe o bien a un fanatismo impotente o bien a una voluptuosidad abyecta. La espiritualidad india ha sido objeto de burlas y equiparada a la ignorancia, la sobriedad china a la estupidez, y el patriotismo japonés se ve como una consecuencia del fatalismo.

¡Se ha llegado a decir que somos menos sensibles al dolor y a las heridas debido a la insensibilidad de nuestra organización nerviosa!"

Sin duda ya expresaba o sentía “expresiones racistas del Occidente con el Oriente”.

Es muy difícil para un occidental comprender toda la cultura y filosofía asiática, menos sus diferentes variantes. Pienso que a la inversa también.

Tal eso explique, entre otras cosas, el fuerte enfoque militarista e imperial de Japón en Asia, provocando genocidios sobre China, Corea, Manchuria, sin necesidad, pero sí sabiendo que las potencia extranjeras y europeas estaban en Jasón, China y Manchuria, intentando explotar sus recursos para sí. (En todo esto, nadie es un santo, pero los japoneses sí tenían un alto sentido de patriotismo, que muchos occidentales no calcularon). Sin embargo, creo que es algo más profundo del pensamiento japonés y su integración al mundo asiático, que hoy su FILOSOFÍA DEL TÉ

PENSAMIENTO JAPONÉS EN EL INICIO DEL SIGLO XX

EL LIBRO DEL TÉ DE KAKUZO OKAKURA: UNA VISIÓN ALGO DISTINTA

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Kakuzo Okakura era un señor magníficamente educado, con una fina sensibilidad estética. Era, digamos, un japonés hegeliano con un algo de profundo nacionalista, de nacionalista japonés. Era un hombre consciente y reivindicativo de la grandeza de su cultura, y preocupado por el avance de lo occidental en oriente.

Asia y Occidente eran dos cosas distintas, en conflicto, lo único que fluía en esos dos mundos era el té. Asia era profunda, refinada y con tendencia hacia lo universal e infinito; Occidente un grupo de marineros preocupados con lo particular. De Asia venia el té, y su culto, el Teísmo. De occidente venia el vino, y las resacas.

La diferencia del té con el vino y el café

El Libro del té es una pequeña joya estética, que se escribió con la intención de ser leído en la casa de Isabella Gardner (una de las grandes personalidades del Boston finales de siglo XIX y muy amiga de Kakuzo). La intención parece haber sido la de hacer una transfusión de orientalismo a unos anémicos, teísticamente hablando, occidentales.

Es una disertación larga, bonita, reivindicativa y bien escrita donde el té aparece y desaparece.  El capítulo dos, por ejemplo, es un repaso de la historia del té, muy bien construido que nos va llevando de una manera en apariencia inevitable, al culmen, a la ceremonia del té japonesa. Mientras que en el capítulo tres se dedica a presentar el taoísmo y el budismo Zen como una estética vital.

El mensaje de la felicidad y el amor, un hegeliano a la japonesa

Y cuando volvemos al mundo del té ya estamos, magistralmente introducidos, dentro de una Sukiya, que es la “edificación” donde se realiza la ceremonia del té.

Japón, el Cha no yu (la ceremonia del té) y el budismo Zen son el ideal, la perfección, la síntesis, aunque Okakura no está seguro de que podamos, aun, entenderlo.

Por eso nos lleva en volandas, haciéndonos despegar con un cuento taoísta, buscando elementos en la literatura y el arte que despierten nuestros sentidos y nuestra comprensión (el capítulo cuarto) hasta un extraño jardín.

Y al igual que la sukiya servía de ejemplo de lo más refinado de la arquitectura, será la utilización que hace un maestro de té de las flores lo que sirva de ejemplo de las más altas cotas de estética y ética en el uso de la naturaleza (y no el derroche un tanto amontonado y asesino de los arreglos florales occidentales).

El libro termina con el artista más refinado (cuando leáis la última frase del Libro del té, entenderéis la ironía): El maestro de té.

Es un libro que hay que leer, un placer estético lleno de información y de imágenes que, a pesar de los vanos intentos de descubriros el truco y desenmascarar la pizca de mala leche con la que lo escribió (creo) Okakura, enamora al lector bienintencionado y le hace, también, amar el té.

El mensaje de Kakuzo que vivió en EEUU, siendo director del Museo de Bellas Artes se los dijo todo a los occidentales, tal vez no se sabe leer

Pasar por la experiencia del libro es apasionante, pero también, son sus ironías y sus mensajes si lo saben descifrar. Lo oriental y japonés no es derroche en las flores del té, a diferencial del arreglo floral occidental del consumismo y hasta asesino (y te lo dicen, pero no te das cuenta).

Por eso en época de conflictos y de guerra, la frase siguiente viene bien, tal vez hay paz luego de esa taza de té, pero “la humanidad siempre termina encontrándose en una taza de té.” Un criollo en el nuestro Río de la Plata diría: “…venga a tomar un mate, de origen guaraní o quechua, para poder hablar nuestras diferencias…”, así nos imaginamos a Artigas, Lavalleja y Rivera. El mate es el té de ellos.

Simplemente brillante

Recopilación y armado GM CAPAYPRY CON EQUIDAD SOCIAL para intentar aprender algo más de lo asiático el 14 de febrero de 2022.-

 

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