IMPACTO DE LOS GENES Y DEL AMBIENTE EN EL APRENDIZAJE

 

SERIE NEUROCIENCIA Y APRENDIZAJE:

EL IMPACTO DE LOS GENES Y DEL AMBIENTE EN EL APRENDIZAJE.

FUENTE: Doctor en biología, profesor e investigador de genética en la Universitat de Barcelona David Bueno, quien propone reflexionar, junto a los alumnos del Postgrado en Digital Learning y Experiencias de Aprendizaje Emergente, sobre la influencia de la genética y el ambiente en la capacidad de aprendizaje, y de la interacción entre ambos a través del epigenoma. AÑO 2018.


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Nuestro cerebro aprende de nuestro comportamiento y al mismo tiempo lo condiciona. Es el órgano del pensamiento con el que aprendemos cosas nuevas y del que surgen todas nuestras facultades mentales cognitivas. Se alimenta de las experiencias que vivimos, que quedan grabadas en forma de conexiones neuronales, de las que después surgen nuestros patrones de conducta.

Por eso es que nuestra capacidad mental no se mide por la cantidad de neuronas que componen nuestro cerebro, sino por la cantidad de estas conexiones neuronales que produce. Un cerebro activo y cultivado, que genera muchas conexiones a través del aprendizaje, tendrá después mayor plasticidad para generar nuevas conexiones con facilidad.

La actividad neuronal tiene también su correlato genético. Como cualquier otro órgano biológico, su actividad y funcionamiento están guiados a partir de ciertos programas genéticos. Así lo explica el Doctor en biología, profesor e investigador de genética en la Universitat de Barcelona David Bueno, quien propone reflexionar, junto a los alumnos del Postgrado en Digital Learning y Experiencias de Aprendizaje Emergente, sobre la influencia de la genética y el ambiente en la capacidad de aprendizaje, y de la interacción entre ambos a través del epigenoma.

LA HEREDABILIDAD: UN MÉTODO PARA OBSERVAR EL PESO DE LA GENÉTICA

Para distinguir el peso de la genética en el desarrollo de cada una característica de nuestro comportamiento -por ejemplo, la empatía, la capacidad de liderazgo o la calidez parental- se utiliza el término de la heredabilidad.

A través de un porcentaje, permite medir las diferencias de base genética que podemos presentar dos personas con respecto a una de estas facultades. La empatía, por ejemplo, tiene una herabilidad del 47%, lo que significa que las diferencias que podemos tener en cuanto a nuestro nivel de empatía se explican en un 47% por nuestra genética.

En cuanto a aquellos aspectos más vinculados al aprendizaje, el Dr. Bueno explica que, por ejemplo, el hecho de ser una persona más realista, investigativa, social o emprendedora pueden presentar una heredabilidad de entre el 31 y 39%. La inteligencia, por su parte, entre un 20 y 80% según la edad, mientras que la memoria y la creatividad alrededor de un 60%. Ello no quita, sin embargo, que, a través de intervenciones ambientales, como por ejemplo en educación, se puedan potenciar o alternativamente mutilar cualquiera de estas capacidades, mucho más allá de lo que indican los genes.

LAS MODIFICACIONES EPIGENÉTICAS Y LA FORMA EN QUE INTERACTÚAN LOS GENES Y EL AMBIENTE

El genoma humano almacena la información y las instrucciones que permiten que nuestro cuerpo se forme y funcione, pero también se necesita de algún mecanismo para responder y adaptarse al ambiente donde se encuentra cada uno. “Los genes influyen en nuestro comportamiento, pero no lo determinan. El resto de las influencias provienen del ambiente”, afirma el Dr. Bueno.

Las modificaciones epigenéticas son señales que se añaden al ADN para indicar cuándo debe funcionar o silenciarse un gen determinado. Las mismas se agregan muchas veces de forma programada y otras a partir de la interacción con el ambiente, y de esa manera permite que la función de los genes se adapte al entorno concreto en el que vive cada persona.

Así, el contacto con el ambiente puede producir eventualmente modificaciones en nuestra estructura genética. Esto significa que un mismo genoma puede tener epigenomas diferentes, en función de las distintas condiciones físicas y culturales a las que se encuentra expuesto.

LA IMPORTANCIA DE LOS AMBIENTES QUE GENERAMOS PARA LOS APRENDIZAJES

Parte del ambiente que condiciona nuestras modificaciones epigenéticas depende de nosotros mismos. A partir de ciertos hábitos y también adicciones –como la dieta alimentaria, el deporte, o el fumar tabaco o marihuana- pueden producirse efectos tanto positivos como negativos en nuestro epigenoma que se mantengan en el tiempo.

Algunas prácticas pueden generar distintos impactos en nuestra capacidad de desarrollar habilidades necesarias para el aprendizaje. Los ejemplos señalados por el Dr. Bueno fueron:

  • Las prácticas de cuidado que reciben los niños pueden causar en ellos modificaciones epigenéticas que repercutan en su nivel curiosidad cuando sean adultos.
  • Los abusos sufridos durante la niñez hacen que las víctimas presenten una mayor propensión a la depresión durante la adultez. Y el optimismo es clave para aprender, en tanto que requiere de un esfuerzo. La motivación es necesaria para dinamizar el cerebro, y brindarle más energía para trabajar.
  • La resiliencia, por su parte, depende de que se produzcan ciertas modificaciones epigenéticas en algunos genes durante la infancia.
  • La memoria requiere de una actividad genética importante, y precisa de genes activos. Cuando una persona está acostumbrada a aprender, a crear memorias nuevas, sus neuronas hacen modificaciones para que les sea mucho más sencillo activar genes para generar nuevas memorias. Es un proceso que se retroalimenta.
  • Jugar es una práctica clave porque activa modificaciones epigenéticas para que podamos aprender. Los niños no juegan para divertirse, sino que es su forma instintiva de aprender. El cerebro recompensa los aprendizajes con situaciones de bienestar y placer, donde la diversión hace que vuelvan a jugar para volver a aprender.
  • El sentido del humor es estimulante y repercute favorablemente en esas modificaciones genéticas que facilitan que podamos seguir aprendiendo y en la plasticidad neuronal, es decir, la capacidad de que las neuronas hagan conexiones nuevas.
  • Las prácticas de relajación permiten estar conectado con uno mismo, relajarse, pensar, todo lo cual también genera plasticidad neuronal.

Las modificaciones epigenéticas se pueden producir a cualquier edad, al igual que las conexiones neuronales nuevas que nos permiten aprender. Sin embargo, la infancia es la etapa más plástica, en la que se producen con mayor facilidad. Una persona que no ha aprendido de niño, que no ha hecho las modificaciones epigenéticas necesarias, de mayor le va a resultar mucho más costoso aprender.

En cambio, el Dr. Bueno i Torrens explica que “alguien que ha tenido una estimulación normal, en un ambiente rico, tiene modificaciones epigenéticas en su memoria que hace que sea mucho más fácil continuar con los procesos de aprendizaje y será un adulto que aprenderá con muchísima más facilidad”.

                                      


Para el experto, es importante tener presente que “nada de lo que hacemos pasará desapercibido para nuestro epigenoma. Como profesor, una simple mirada de confianza y apoyo o de rechazo a un alumno puede generar una tendencia en esa persona. Y una tendencia a largo plazo puede generar un patrón de conexiones neuronales o modificaciones epigenéticas que sean o no favorables”.

De esta manera, se abre un abanico que invita a reflexionar en torno al posible impacto que pueden tener las distintas prácticas que sostenemos en la posibilidad de desarrollar las habilidades necesarias para aprender. “Si uno sabe que a partir de sus propias actitudes está condicionando su propio epigenoma, le es mucho más fácil encaminarlas”, sostiene el Dr. Bueno.

Bibliografía relacionada: «Epigenoma para cuidar tu cuerpo y tu vida «. Plataforma Editorial, 2018.

 

¿Sabías que...?

 

David Bueno i Torrens es Experto del Postgrado en Digital Learning y Experiencias de Aprendizaje Emergente que es una evolución natural del Postgrado en Diseño y Edición de Acciones Formativas Online, adaptando sus contenidos y metodología a los avances de la tecnología y del conocimiento, de la neurociencia, de las teorías psicológicas y pedagógicas, los cambios sociales, etc. En definitiva, guiar el cambio y la transformación de la nueva formación.

 

OTRO ARTÍCULO

GENES Y AMBIENTE

FUENTE. ROBERT PLOMIN. LONDRES. AÑO 29-05-2019 ARTÍCULO DE JOAQUIN LEGUINA. ESPAÑA

El año pasado el psicólogo norteamericano Robert Plomin publicó en la editorial londinense Allen Lane un libro titulado Blueprint. How DNA makes us who we are (Plano. Cómo el ADN nos hace ser quienes somos). El autor lleva años trabajando con gemelos y mellizos y hoy sigue sus investigaciones en el King's College de Londres.

Nada más publicarse el libro le cayeron encima las más feroces críticas, cosa que él esperaba. Él mismo ha confesado que no se atrevió a escribir este libro durante 30 años de carrera profesional, y no sólo porque quería encontrar un mejor apoyo empírico para sus tesis, sino, sobre todo, porque temía las reacciones de los colegas y del público en general. Quizá por ello, como queriendo conjurar las reacciones que le acusan de determinismo genético, asegura en las primeras páginas del libro que, en realidad, "la investigación genética nos proporciona la mejor evidencia que tenemos de la importancia del ambiente, porque la genética explica sólo la mitad de las diferencias psicológicas entre las personas".

En el libro también se puede leer lo siguiente: "Las influencias genéticas son propensiones probabilísticas, no programaciones predeterminadas".

Sin embargo, hay en el libro afirmaciones en verdad chocantes (dejémoslo en eso): "Los niños -escribe- difieren mucho en lo bien que lo hacen en la escuela. ¿Cuántas de estas diferencias en los logros escolares de los niños dependen de la escuela a la que vayan? La respuesta es que no mucho. [...] Esto no significa que la calidad de la enseñanza ofrecida por las escuelas no sea importante. Importa mucho para la calidad de vida de los estudiantes, pero no establece ninguna diferencia en sus logros educativos."

Entonces, ¿cómo es que los alumnos de clase baja (sin libros en casa) sacan peores notas que los que tienen padres con alto nivel educativo? Plomin lo explica de la siguiente forma: "Si algunos colegios muy selectivos consiguen que sus alumnos alcancen puntuaciones altas en los índices académicos, se debe a que han seleccionado previamente a los mejores alumnos, lo cual significa que han admitido a aquellos que por sus genes son más inteligentes."

Sin embargo, después de afirmar esto, Plomin aclara que las diferencias genéticas explican alrededor del 60 por ciento de las diferencias de los niños en sus logros escolares. ¿Queda algo para las influencias ambientales? Sí que queda, pero, según Plomin, es poco, sólo el 20 por ciento.

¿Predica Plomin el determinismo genético? A ello nos contesta Antonio Diéguez, catedrático de Filosofía de la Ciencia en Málaga: "El determinismo genético no puede ser una cuestión de todo o nada, sino que puede ser más radical o menos radical; por ejemplo, se puede ser más fuerte o más débil, ser determinista con respecto a unos rasgos y no a otros. El determinismo genético es pertinente en el clásico debate entre naturaleza frente a crianza."

Y este profesor español concluye así su crítica al libro: "Según Plomin, poco podemos hacer para modificar lo que los genes dictan que somos, y ninguna política igualitarista conseguirá vencer lo que establece la biología. Aunque él no lo pretenda, Plomin no puede eludir la responsabilidad de fomentar este tipo de actitudes deterministas."

 

 

TERCER ARTÍCULO

La influencia de los genes en la personalidad

 

Redactado por Sergio Muñoz Collado. Este artículo ha sido revisado, actualizado y verificado por nuestro equipo de psicólogos por última vez el 21 diciembre 2020.

 

Factores estudiados que se heredan genéticamente

Los aspectos mejor estudiados de la personalidad en relación con la genética de la conducta son los factores extraversión (sociabilidad, impulsividad) y neuroticismo (variación emocional, ansiedad, irritabilidad). En general, en estudios de gemelos, las variables de personalidad tienen una influencia genética moderada (del orden del 50% o más pequeño), mientras que el resto de variaciones depende del ambiente no compartido y tan sólo un pequeño porcentaje de la varianza tiene que ver con el ambiente compartido.

 

Con relación a la evolución de las características de la personalidad, los resultados no son concluyentes. Si bien en el caso de la inteligencia hay un aumento del peso de los factores genéticos a medida que avanza la edad, esto no ha sido claramente demostrado en el caso de la personalidad. Sin embargo, se ha constatado que, en todo caso, si el efecto de los genes cambia a lo largo del desarrollo de las características de la personalidad, este cambio tiende también a ir en el sentido de incrementar su importancia.

 

Respecto a la personalidad y otras conductas o actitudes (por ejemplo, el grado de religiosidad, conservadurismo o posición respecto a la pena de muerte), los genes no las determinan ni las crean, sino que actúan afectando la selección de las opciones que nos ofrece el entorno.

Actualmente hay algunos genes específicos candidatos a modular determinadas características de personalidad, como, por ejemplo, la agresividad. El gen más claramente asociado a un factor de personalidad, la búsqueda de novedades, es el situado en el cromosoma 11 que codifica para el receptor de la dopamina DRD4, el cual es expresado especialmente en el núcleo accumbens. El gen contiene un fragmento de repetición variable de 48 pares de bases (llamado minisatélite). Esta secuencia puede ser repetida de dos a ocho veces. Se ha encontrado que los sujetos que son portadores de alelos de repeticiones largas puntúan más alto en los ítems de búsqueda de novedades en los cuestionarios de personalidad.

 

Trastornos mentales con origen genético

Respecto a los trastornos de personalidad, los más estudiados desde un punto de vista genético han sido el trastorno esquizotípico, el trastorno obsesivo-compulsivo de personalidad y sobre todo el trastorno antisocial de personalidad. En el caso del trastorno esquizotípico, se ha observado que se presenta en mayor medida en agrupaciones familiares.

 

Hay una más alta proporción de personas con este trastorno entre familiares de primer grado. El trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo también presenta un cierto grado de heredabilidad y etiológicamente se asocia con los trastornos de ansiedad.

 

El trastorno de personalidad antisocial se caracteriza por una historia de conductas antisociales que comienzan durante la adolescencia y continúan en la edad adulta. Se ha podido observar la presencia de una agrupación familiar en el trastorno de personalidad antisocial, y los estudios de gemelos y de adopciones indican que hay una influencia destacable de los factores genéticos, especialmente entre los chicos. De manera similar con lo que sucede en el caso del cociente intelectual, la heredabilidad del trastorno antisocial se incrementa desde la adolescencia hasta la edad adulta. De manera parecida y en cierta medida paralela, al trastorno antisocial de personalidad y la conducta delictiva también tiene más influencia genética en la edad adulta que antes de los quince años, en el que el ambiente compartido aporta una contribución importante.

 

Referencias

  • Bradford, H.F. (1988). Fundamentos de neuroquímica. Barcelona: Labor.
  • Carlson, N.R. (1999). Fisiología de la conducta. Barcelona: Ariel Psicología.
  • Carpenter, M.B. (1994). Neuroanatomía. Fundamentos. Buenos Aires: Editorial Panamericana.
  • Delgado, J.M.; Ferrús, A.; Mora, F.; Rubia, F.J. (eds) (1998). Manual de Neurociencia. Madrid: Síntesis.
  • Diamond, M.C.; Scheibel, A.B. y Elson, L.M. (1996). El cerebro humano. Libro de trabajo. Barcelona: Ariel.
  • Guyton, A.C. (1994) Anatomía y fisiología del sistema nervioso. Neurociencia básica. Madrid: Editorial Médica Panamericana.
  • Kandel, E.R.; Shwartz, J.H. y Jessell, T.M. (eds) (1997) Neurociencia y Conducta. Madrid: Prentice Hall.
  • Martin, J.H. (1998) Neuroanatomía. Madrid: Prentice Hall.
  • Nolte, J. (1994) El cerebro humano: introducción a la anatomía funcional. Madrid: Mosby-Doyma.

 

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