SERIE
NEUROCIENCIA Y APRENDIZAJE:
EL
IMPACTO DE LOS GENES Y DEL AMBIENTE EN EL APRENDIZAJE.
FUENTE: Doctor en biología, profesor e
investigador de genética en la Universitat de Barcelona David Bueno, quien
propone reflexionar, junto a los alumnos del Postgrado en Digital
Learning y Experiencias de Aprendizaje Emergente, sobre la
influencia de la genética y el ambiente en la capacidad de aprendizaje, y de la
interacción entre ambos a través del epigenoma. AÑO 2018.
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de presente y futuro para ser emprendedores y tal vez más SAPIENS…
- RECOPILADO POR GM CAPAYPRY CON EQUIDAD
SOCIAL, FLORIAD ENERO 201 Y 2022. TEMA USADO EN EL CURSO DE INTELELIGENCIA
EMOCIONAL Y LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS DE NEUROCIENCIA PARA LA EDUACIÓN Y
LOS EMPRENDEDORES. SI QUIERE SABER MÁS CONTACTES POR LA WEB, BLOGS, REDES
SOCIALES
Nuestro
cerebro aprende de nuestro comportamiento y al mismo tiempo lo condiciona. Es el órgano del
pensamiento con el que aprendemos cosas nuevas y del que surgen todas nuestras
facultades mentales cognitivas. Se alimenta de las experiencias que vivimos,
que quedan grabadas en forma de conexiones neuronales, de las que después
surgen nuestros patrones de conducta.
Por eso
es que nuestra capacidad mental no se mide por la cantidad de neuronas que componen
nuestro cerebro, sino por la cantidad de estas conexiones neuronales que
produce. Un cerebro activo y cultivado, que genera muchas conexiones a través
del aprendizaje, tendrá después mayor plasticidad para generar nuevas
conexiones con facilidad.
La actividad
neuronal tiene también su correlato genético. Como cualquier otro órgano
biológico, su actividad y funcionamiento están guiados a partir de ciertos
programas genéticos. Así lo explica el Doctor en
biología, profesor e investigador de genética en la Universitat de Barcelona
David Bueno, quien propone reflexionar, junto a los alumnos del Postgrado en Digital Learning y Experiencias de
Aprendizaje Emergente, sobre la influencia de la genética y el
ambiente en la capacidad de aprendizaje, y de la interacción entre ambos a
través del epigenoma.
LA HEREDABILIDAD: UN MÉTODO PARA
OBSERVAR EL PESO DE LA GENÉTICA
Para distinguir
el peso de la genética en el desarrollo de cada una característica de nuestro
comportamiento -por ejemplo, la empatía, la capacidad de liderazgo o la calidez
parental- se utiliza el término de la heredabilidad.
A través
de un porcentaje, permite medir las diferencias de base genética que podemos
presentar dos personas con respecto a una de estas facultades. La empatía, por
ejemplo, tiene una herabilidad del 47%, lo que significa que las diferencias
que podemos tener en cuanto a nuestro nivel de empatía se explican en un 47%
por nuestra genética.
En cuanto
a aquellos aspectos más vinculados al aprendizaje, el Dr. Bueno explica que,
por ejemplo, el hecho de ser una persona más realista, investigativa, social o
emprendedora pueden presentar una heredabilidad de entre el 31 y 39%. La
inteligencia, por su parte, entre un 20 y 80% según la edad, mientras que la
memoria y la creatividad alrededor de un 60%. Ello no quita, sin embargo, que,
a través de intervenciones ambientales, como por ejemplo en educación, se puedan
potenciar o alternativamente mutilar cualquiera de estas capacidades, mucho más
allá de lo que indican los genes.
LAS MODIFICACIONES EPIGENÉTICAS Y
LA FORMA EN QUE INTERACTÚAN LOS GENES Y EL AMBIENTE
El genoma
humano almacena la información y las instrucciones que permiten que nuestro
cuerpo se forme y funcione, pero también se necesita de algún mecanismo para
responder y adaptarse al ambiente donde se encuentra cada uno. “Los
genes influyen en nuestro comportamiento, pero no lo determinan. El resto de las
influencias provienen del ambiente”, afirma el Dr. Bueno.
Las
modificaciones epigenéticas son señales que se añaden al ADN para indicar
cuándo debe funcionar o silenciarse un gen determinado. Las mismas se agregan muchas
veces de forma programada y otras a partir de la interacción con el ambiente, y
de esa manera permite que la función de los genes se adapte al entorno concreto
en el que vive cada persona.
Así, el
contacto con el ambiente puede producir eventualmente modificaciones en nuestra
estructura genética. Esto significa que un mismo genoma puede tener epigenomas
diferentes, en función de las distintas condiciones físicas y culturales a las
que se encuentra expuesto.
LA IMPORTANCIA DE LOS AMBIENTES
QUE GENERAMOS PARA LOS APRENDIZAJES
Parte del
ambiente que condiciona nuestras modificaciones epigenéticas depende de
nosotros mismos. A partir de ciertos hábitos y también adicciones –como la
dieta alimentaria, el deporte, o el fumar tabaco o marihuana- pueden producirse
efectos tanto positivos como negativos en nuestro epigenoma que se mantengan en
el tiempo.
Algunas
prácticas pueden generar distintos impactos en nuestra capacidad de desarrollar
habilidades necesarias para el aprendizaje. Los ejemplos señalados por el Dr.
Bueno fueron:
- Las prácticas de cuidado que
reciben los niños pueden causar en ellos modificaciones epigenéticas que
repercutan en su nivel curiosidad cuando sean adultos.
- Los abusos sufridos durante
la niñez hacen que las víctimas presenten una mayor propensión a la
depresión durante la adultez. Y el optimismo es clave para aprender, en
tanto que requiere de un esfuerzo. La motivación es necesaria para
dinamizar el cerebro, y brindarle más energía para trabajar.
- La resiliencia, por su
parte, depende de que se produzcan ciertas modificaciones epigenéticas en
algunos genes durante la infancia.
- La memoria requiere de una
actividad genética importante, y precisa de genes activos. Cuando una
persona está acostumbrada a aprender, a crear memorias nuevas, sus
neuronas hacen modificaciones para que les sea mucho más sencillo activar
genes para generar nuevas memorias. Es un proceso que se retroalimenta.
- Jugar es una práctica clave
porque activa modificaciones epigenéticas para que podamos aprender. Los
niños no juegan para divertirse, sino que es su forma instintiva de
aprender. El cerebro recompensa los aprendizajes con situaciones de
bienestar y placer, donde la diversión hace que vuelvan a jugar para
volver a aprender.
- El sentido del humor es
estimulante y repercute favorablemente en esas modificaciones genéticas
que facilitan que podamos seguir aprendiendo y en la plasticidad neuronal,
es decir, la capacidad de que las neuronas hagan conexiones nuevas.
- Las prácticas de relajación
permiten estar conectado con uno mismo, relajarse, pensar, todo lo cual
también genera plasticidad neuronal.
Las
modificaciones epigenéticas se pueden producir a cualquier edad, al igual que
las conexiones neuronales nuevas que nos permiten aprender. Sin embargo, la infancia es la
etapa más plástica, en la que se producen con mayor facilidad. Una persona que
no ha aprendido de niño, que no ha hecho las modificaciones epigenéticas
necesarias, de mayor le va a resultar mucho más costoso aprender.
En
cambio, el Dr. Bueno i Torrens explica que “alguien que ha tenido una
estimulación normal, en un ambiente rico, tiene modificaciones epigenéticas en
su memoria que hace que sea mucho más fácil continuar con los procesos de
aprendizaje y será un adulto que aprenderá con muchísima más facilidad”.
Para el
experto, es importante tener presente que “nada de lo que hacemos pasará
desapercibido para nuestro epigenoma. Como profesor, una simple mirada de
confianza y apoyo o de rechazo a un alumno puede generar una tendencia en esa
persona. Y una tendencia a largo plazo puede generar un patrón de conexiones
neuronales o modificaciones epigenéticas que sean o no favorables”.
De esta
manera, se abre un abanico que invita a reflexionar en torno al posible impacto
que pueden tener las distintas prácticas que sostenemos en la posibilidad de desarrollar
las habilidades necesarias para aprender. “Si uno sabe que a partir de
sus propias actitudes está condicionando su propio epigenoma, le es mucho más
fácil encaminarlas”, sostiene el Dr. Bueno.
Bibliografía
relacionada: «Epigenoma para cuidar tu cuerpo y tu vida «. Plataforma
Editorial, 2018.
¿Sabías que...?
David Bueno i Torrens
es Experto del Postgrado en Digital
Learning y Experiencias de Aprendizaje Emergente que es
una evolución natural del Postgrado en Diseño y Edición de Acciones Formativas
Online, adaptando sus contenidos y metodología a los avances de la tecnología y
del conocimiento, de la neurociencia, de las teorías psicológicas y
pedagógicas, los cambios sociales, etc. En definitiva, guiar el cambio
y la transformación de la nueva formación.
OTRO ARTÍCULO
GENES Y AMBIENTE
FUENTE.
ROBERT PLOMIN. LONDRES. AÑO 29-05-2019 ARTÍCULO DE JOAQUIN LEGUINA. ESPAÑA
El año pasado el
psicólogo norteamericano Robert Plomin publicó en la editorial londinense Allen
Lane un libro titulado Blueprint. How DNA makes us who we are (Plano. Cómo el ADN
nos hace ser quienes somos). El autor lleva años trabajando con gemelos y mellizos
y hoy sigue sus investigaciones en el King's College de Londres.
Nada más publicarse el
libro le cayeron encima las más feroces críticas, cosa que él esperaba. Él
mismo ha confesado que no se atrevió a escribir este libro durante 30 años de carrera
profesional, y no sólo porque quería encontrar un mejor apoyo empírico para sus
tesis, sino, sobre todo, porque temía las reacciones de los colegas y del
público en general. Quizá por ello, como queriendo conjurar las reacciones que
le acusan de determinismo genético, asegura en las primeras páginas del libro
que, en realidad, "la investigación genética nos proporciona la
mejor evidencia que tenemos de la importancia del ambiente, porque la genética
explica sólo la mitad de las diferencias psicológicas entre las personas".
En el libro también se
puede leer lo siguiente: "Las influencias genéticas son
propensiones probabilísticas, no programaciones predeterminadas".
Sin embargo, hay en el
libro afirmaciones en verdad chocantes (dejémoslo en eso): "Los niños
-escribe- difieren mucho en lo bien que lo hacen en la escuela. ¿Cuántas de
estas diferencias en los logros escolares de los niños dependen de la escuela a
la que vayan? La respuesta es que no mucho. [...] Esto no significa que la
calidad de la enseñanza ofrecida por las escuelas no sea importante. Importa
mucho para la calidad de vida de los estudiantes, pero no establece ninguna
diferencia en sus logros educativos."
Entonces, ¿cómo es que
los alumnos de clase baja (sin libros en casa) sacan peores notas que los que
tienen padres con alto nivel educativo? Plomin lo explica de la siguiente
forma: "Si algunos colegios muy selectivos consiguen que sus
alumnos alcancen puntuaciones altas en los índices académicos, se debe a que
han seleccionado previamente a los mejores alumnos, lo cual significa que han
admitido a aquellos que por sus genes son más inteligentes."
Sin embargo, después de
afirmar esto, Plomin aclara que las diferencias genéticas explican alrededor
del 60 por ciento de las diferencias de los niños en sus logros escolares.
¿Queda algo para las influencias ambientales? Sí que queda, pero, según
Plomin, es poco, sólo el 20 por ciento.
¿Predica Plomin el
determinismo genético? A ello nos contesta Antonio Diéguez, catedrático de
Filosofía de la Ciencia en Málaga: "El determinismo genético no
puede ser una cuestión de todo o nada, sino que puede ser más radical o menos
radical; por ejemplo, se puede ser más fuerte o más débil, ser determinista con
respecto a unos rasgos y no a otros. El determinismo genético es pertinente en
el clásico debate entre naturaleza frente a crianza."
Y este profesor español
concluye así su crítica al libro: "Según Plomin, poco podemos
hacer para modificar lo que los genes dictan que somos, y ninguna política
igualitarista conseguirá vencer lo que establece la biología. Aunque él no lo
pretenda, Plomin no puede eludir la responsabilidad de fomentar este tipo de
actitudes deterministas."
TERCER ARTÍCULO
La influencia de los genes en la personalidad
Redactado por Sergio
Muñoz Collado. Este artículo ha sido revisado, actualizado y
verificado por nuestro equipo de psicólogos por última vez el 21
diciembre 2020.
Factores estudiados que se heredan genéticamente
Los aspectos mejor
estudiados de la personalidad en relación con la genética de la conducta son
los factores extraversión (sociabilidad, impulsividad)
y neuroticismo (variación emocional, ansiedad,
irritabilidad). En general, en estudios de gemelos, las variables de personalidad tienen una influencia genética
moderada (del orden del 50% o más pequeño), mientras que el
resto de variaciones depende del ambiente no compartido y tan sólo un pequeño
porcentaje de la varianza tiene que ver con el ambiente compartido.
Con relación a la
evolución de las características de la personalidad, los resultados no son
concluyentes. Si bien en el caso de la inteligencia hay un aumento del peso de los
factores genéticos a medida que avanza la edad, esto no ha sido claramente
demostrado en el caso de la personalidad. Sin embargo, se ha constatado que, en
todo caso, si el efecto de los genes cambia a lo largo del desarrollo de las
características de la personalidad, este cambio tiende también a ir en el
sentido de incrementar su importancia.
Respecto a la
personalidad y otras conductas o actitudes (por ejemplo, el grado de
religiosidad, conservadurismo o posición respecto a la pena de muerte), los genes
no las determinan ni las crean, sino que actúan afectando la selección de las
opciones que nos ofrece el entorno.
Actualmente hay
algunos genes específicos candidatos a modular determinadas características de
personalidad, como, por ejemplo, la agresividad. El gen más claramente
asociado a un factor de personalidad, la búsqueda de novedades, es el situado
en el cromosoma 11 que codifica para el receptor de la dopamina DRD4, el cual es expresado
especialmente en el núcleo accumbens. El gen contiene un fragmento de
repetición variable de 48 pares de bases (llamado minisatélite). Esta secuencia
puede ser repetida de dos a ocho veces. Se ha encontrado que los sujetos que son
portadores de alelos de repeticiones largas puntúan más alto en los ítems de
búsqueda de novedades en los cuestionarios de personalidad.
Trastornos mentales con origen genético
Respecto a los trastornos de personalidad, los más estudiados
desde un punto de vista genético han sido el trastorno esquizotípico, el trastorno obsesivo-compulsivo de personalidad
y sobre todo el trastorno antisocial de personalidad. En el
caso del trastorno esquizotípico, se ha observado que se presenta en mayor
medida en agrupaciones familiares.
Hay una más alta
proporción de personas con este trastorno entre familiares de primer grado. El
trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo también presenta un cierto grado
de heredabilidad y etiológicamente se asocia con los trastornos de ansiedad.
El trastorno de
personalidad antisocial se caracteriza por una historia de conductas
antisociales que comienzan durante la adolescencia y continúan en la edad
adulta. Se ha podido observar la presencia de una agrupación familiar en el
trastorno de personalidad antisocial, y los estudios de gemelos y de adopciones
indican que hay una influencia destacable de los
factores genéticos, especialmente entre los chicos. De manera
similar con lo que sucede en el caso del cociente intelectual, la heredabilidad del trastorno
antisocial se incrementa desde la adolescencia hasta la edad adulta. De manera
parecida y en cierta medida paralela, al trastorno antisocial de personalidad y
la conducta delictiva también tiene más influencia genética en la
edad adulta que antes de los quince años, en el que el ambiente
compartido aporta una contribución importante.
Referencias
- Bradford, H.F. (1988).
Fundamentos de neuroquímica. Barcelona: Labor.
- Carlson, N.R. (1999). Fisiología
de la conducta. Barcelona: Ariel Psicología.
- Carpenter, M.B. (1994).
Neuroanatomía. Fundamentos. Buenos Aires: Editorial Panamericana.
- Delgado, J.M.; Ferrús, A.;
Mora, F.; Rubia, F.J. (eds) (1998). Manual de Neurociencia. Madrid:
Síntesis.
- Diamond, M.C.; Scheibel,
A.B. y Elson, L.M. (1996). El cerebro humano. Libro de trabajo. Barcelona:
Ariel.
- Guyton, A.C. (1994) Anatomía
y fisiología del sistema nervioso. Neurociencia básica. Madrid: Editorial
Médica Panamericana.
- Kandel, E.R.; Shwartz, J.H.
y Jessell, T.M. (eds) (1997) Neurociencia y Conducta. Madrid: Prentice
Hall.
- Martin, J.H. (1998)
Neuroanatomía. Madrid: Prentice Hall.
- Nolte, J. (1994) El cerebro
humano: introducción a la anatomía funcional. Madrid: Mosby-Doyma.
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